Los gritos se mezclan con la música en una melodía aterradora, los cuerpos se retuercen en el escenario del Devil’s Den desesperados por escapar, llevan horas contorsionándose en un dolor infinito, y ni siquiera pueden huir a través de la muerte. Sus sonidos son parte esencial de las canciones de Banjo, el espectáculo de su sufrimiento es la razón principal de porque los invitados vienen a este antro.

Banjo, por Jonathan Cheuquen

Banjo sabe, con una certeza que está al borde de la locura, que así es exactamente como se ve la ciudad de Og. La utopía. La ciudad perfecta. El lugar del cual fue expulsado y ahora es inaccesible para todos. De todas formas no importa, Banjo seguirá haciendo lo posible para traerla una vez más a este plano y cuando lo logre, Roy será el primero en ser sacrificado en su nombre. 

Sammi sigue controlando los cuerpos con su batería, marcando el paso de sus agonizantes quejidos; no obstante, Banjo sabe que ella no deja de observarlo, por eso está aquí. No sabe cómo ella se transformó en una mascota del Concejo, pero si sabe que en algún momento la volverá parte de la escenografía. Aunque tenga sangre Hankar su cuerpo no deja de ser humano y está cansado de tener sus ojos encima todo el tiempo, como si quisiera cazarlo. Ojalá pueda hacerle justicia a su estirpe. Definitivamente disfrutaría más matarla si se resiste. 

Sammi, por Jonathan Cheuquen

Todos están aquí para ver a la nueva atracción, como si Novum Dei pudiera de verdad superarlo, pero Banjo sabe la verdad. No está atado a las intrigas del concejo ni a las prioridades del Inquisidor, solo al deseo de sacrificar más cuerpos en nombre del Abismo. Llegando a las notas finales de su última canción, sonríe tras la máscara. 

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